Saturday, 27 April 2013

Secretos

Tras una semana de emociones fuertes por fin he sacado tiempo para sentarme frente al ordenador. Ha llovido bastante desde mi último post. Tal como le he dicho hoy a una de mis mejores amigas inglesas: “I have to stop messing around”...

El nuevo trabajo es todo un reto: ser recepcionista es más complicado de lo que pueda parecer a simple vista, especialmente en un hotel de más de doscientas habitaciones con suites que alcanzan las diez mil libras la noche. De momento estoy aprendiendo e intentado ser útil a los demás. Desde luego es un plus el hecho de trabajar de día y poder llevar una vida normal. En apenas tres semanas me he puesto al día con amigos que no veía desde tiempos inmemoriales, me he convertido en una de las regulares del pub de la esquina y he ido al gimnasio más que en los últimos meses.

Y en cuanto a lo personal… se han cerrado algunas puertas pero se hab abierto muchas ventanas. El miércoles pasado quedé para cenar con algunos compañeros del hotel para despedir a Mark, que se marchó de vuelta a la universidad tras sus vacaciones de Semana Santa. Noche de risas y vinos en que, rodeada de veinteañeros, me sentí como una más. Pero tras la fiesta llega la resaca y siempre cuesta decir adiós. Esta vez algo dentro de mí decía que Mark y yo no sobreviviríamos un mes separados. ¿A dónde nos lleva esta relación?

Ese mismo viernes decidí salir con los compañeros de la recepción. Según mi jefe, ir al pub tras un duro día de trabajo es la mejor forma de estrechar lazos en el departamento. Y no iba desencaminado. A nuestro grupo de recepcionistas se unió James, uno de los relaciones públicas del hotel. Una cosa llevo a la otra y acabamos volviendo a casa en taxi confiando en que nadie se diese cuenta de nuestra ausencia. Y el sábado por la mañana no sabía dónde meterme al despertar a su lado. Arrepentimiento, confusión y sobre todo, pánico al pensar que alguien pudiera habernos visto la noche anterior.

Tras una semana de mensajes con James, decidimos que lo mejor sería no dejar que lo nuestro fuera a más. El lleva meses detrás de una chica de mi departamento con la que, he de admitir, haría una pareja perfecta.

Y por segunda semana consecutiva, terminamos la semana entre pintas y sauvignones en el pub. La que empezó siendo una noche aburrida conversando sobre el trabajo acabó convirtiéndose, gracias a chupitos de sambuca y vodkas con red bull, en un auténtico desmadre. Tras ser desterrados del pub a medianoche decidimos ir a un club de salsa en Picadilly, donde el alcohol sacó lo mejor y peor de cada uno.

Ante la atenta mirada de James, pasé toda la noche bailando con Mario, el nuevo recepcionista italiano que me tiene loca. Por suerte tuvimos un momento de lucidez y decidimos no hacer nada de lo que podamos arrepentirnos el lunes al volver a la oficina.

Y aquí estoy, tras afrontar ocho horas de trabajo con mala conciencia por mi aventura con James, sin saber nada de Mark y sin conseguir sacarme a Mario de la cabeza; con tantos secretos en mi cabeza que no puedo contar a nadie.

“Wine and Chocolates” by Theophilus London

 
 
It's time to live it up, oh

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