Ayer
fue un día de celebración y yo fui la última en enterarme. ¡Resulta que tal día
como hoy dos años atrás comencé a trabajar en el hotel! Cinco entrevistas y un
cambio de departamento después puedo decir que he encontrado mi segundo hogar.
Sobra decir la gran importancia de contar con un buen entorno de trabajo,
especialmente en una ciudad como Londres en la que la nostalgia y morriña
acechan a la vuelta de la esquina. En esta ciudad gris tus compañeros de
trabajo se convierten en tu familia y yo tengo la suerte de contar con una de
las buenas.
No
fue hasta casi media noche cuando me sorprendieron con mi postre favorito,
sticky toffee pudding; y los tradicionales scones con crema y mermelada. Sin
duda de las pocas cosas que merecen la pena de la gastronomía inglesa. Y la pregunta
que asalta mi cabeza es “¿Será cierto aquello de que no hay dos sin tres?” En
364 días os lo cuento…
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