Acabo de
llegar a casa y no soy capaz de dormir. 7:52 de la mañana y me da que va a ser
un día largo. Anoche fue la cena de los compañeros de recepción en el piso más
alto de la Heron Tower. La comida no fue nada del otro mundo pero las vistas
son impresionantes. Yo me sentí literalmente en el séptimo cielo al tener la
oportunidad de salir con Mario. No siento nada así por nadie desde Kostas, el
griego que conocí el verano pasado.
Cerca de la
medianoche decidimos que ya era hora de irse a casa y Mario y yo tomamos rumbo
al oeste de la ciudad. Una vez solos, tuvimos la temida conversación acerca de
lo que paso la otra noche. El me confesó que tenía demasiadas cosas en la
cabeza y que no era un buen momento para conocer a nadie. Hace relativamente
poco que ha salido de una relación y sigue enamorado de su ex.
¿Por qué siempre
que aparece alguien especial en mi vida la historia termina antes de comenzar?
Cuando argumentó que quería que fuéramos solo amigos porque no quería darme
falsas esperanzas me entró el pánico y mentí. Le dije que yo tampoco buscaba
nada serio y que no tenía que preocuparse por mí, que yo tenía mis historias y
no esperaba nada de él. Pero nada más lejos de la realidad. Esta mañana me he
levantado a su lado y he sentido una profunda tristeza. He sentido celos de una
chica que vive en Paris y que estando tan lejos tiene a Mario tan cerca.
Y aquí estoy,
de vuelta a casa y sin poder dormir. Tengo que trabajar en seis horas y allí estará
él. Yo le sonreiré y le gastaré alguna broma, pero le mirare como si no hubiera
nadie más en el hotel. Desearé poder tocarle, besarle y convencerle para que
cierre su puerta al pasado y piense en el futuro, a mi lado.
Duck and Waffle
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